Normalmente nom me resultam interessantes os trabalhos artísticos que, sendo produto de umha subvençom-estadia, dam demasiado peso à vivência particular da bolsa em si. Nesses casos o fim e o meio confundem-se, dando como fruto umha mistura entre o costumismo mais ou menos anódino e aquilo outro que o autor pretendia ter alcançado. Esta forma de autorretrato com pretexto é algo similar a essas histórias curtas de BD em que o criador se deleita na dificuldade de fazer a própria BD: nom tem ideias para o relato e entom fai o relato sobre nom ter ideias. Um recurso pobre. Polo contrário, as melhores obras derivadas de bolsas tratam sobre algo totalmente alheio ao autor e/ou às suas circunstâncias particulares nesse processo. Na casa dos autores de Angoulême tem havido muitos exemplos deste ótimo fim. Por muito que ficcionar, para mim n'A jovem e o mar Catherine Meurisse, ajudada por umha bolsa em Japom, conta-se entre os autores que escolhem a primeira opçom e falham totalmente.

Meio já contava com que, após namorar dessa maravilha intitulada Os grandes espaços -pola qual ainda fico grato-, havia um sério risco de me defraudar o seu seguinte título. Umha persoa culta como ela maneja-se com soltura no conhecimento do meio natural (nomeadamente, a flora) e das referências artísticas cruzadas entre Oriente e Ocidente mas, apesar da sua graça dialogando e desenhando, o álbum simplesmente fica demasiado no terreno dos lugares comuns: aqueles que ninguém podemos evitar na nossa primeira visita ao Japom (eu igualmente, e com isto nom me atrevo a comparar-me com umha autoraça como Meurisse). Nom obstante a alguém da sua escala de talento e experiência temos-lhe que exigir bastante mais que um percorrido sem rumo por clichés como o ukiyo-e, as paisagens, os haikus, os maremotos, os toris, Miyazaki, as lendas, os falos da fertilidade... Visto tudo, parece um poutpurri, um "grandes êxitos" dos estereótipos.

Em sumário: confirmada a decepçom total.


Adorei.

Quando saiu a sua BD sobre os atentados ao Charlie Hebdo nom tivem humor para ler (talvez algum dia); nom relacionei ao apanhar este e assim comecei a ler sem saber quem era a autora. Foi o meu primeito contato coa sua assinatura e considero é realmente umha criadora sobresaliente, crítica e subtil, abençoada para o humor, capaz do poético e do cómico, de abranger a magnificência (a cultura, a natureza) mas tamém o anedótico (as pequenas memórias familiares ou da infância).

Aliás, eu estudei engenharia, nada mais longe de história da arte, por isso nem todas as referências pictóricas -e nom só- as colho, mas no final da ediçom (original, na da imagem traduzida para espanhol) vai umha página a jeito de índice de referências para quem quiger pescudar mais ou conhecer os trabalhos artísticos em que ela inspirou momentos desta sua brilhante crónica autobiográfica.

Umha das minhas melhores leituras desta temporada.

Não me considero incondicional de Isabel Greenberg mas que excelente autora é. Paixão pelos contos. Por contar histórias, igual que se estivéssemos sentados diante do lume da lareira. Com magia, imaginação… e com muito sarcasmo e uns quantos desenganos. Aliás Impedimenta é uma fantástica casa editora.

    “- Pero, ¿no te has leído el libro?
    - ¡Qué voy a haber leído, chucho estúpido! ¿Quién se lo ha leído?”


    No sé si algún día me leeré el Tristram Shandy original y me parecerá que se trata de una obra maestra de la literatura universal, pero lo que tengo claro tras semanas de lectura pausada y placentera es que este Tristram Shandy en cómic lo es sobradamente en su propio medio. Una obra maestra.


    Tristam Shandy es un tebeo gordo y muy gracioso. Tremendamente gracioso. Mejor empezar por eso, lo importante, que irnos por los cerros de Úbeda. Porque al adaptar al lenguaje de la historieta una obra célebre y antigua (Google y Wikipedia, para qué os quiero) parece que no te lo puedes leer sin hacer antes una tesis doctoral, y caer en ese error sería hacerle un flaco favor a este álbum inconmensurablemente editado en castellano por Impedimenta: convertiría un hilarante espectáculo de marionetas en un sopor de conferencia congresual. Y eso sería a todas luces injusto y miope. Desconozco cuál será el recorrido de crítica y público de esta versión dibujada de “Vida y opiniones de Tristram Shandy, caballero”, pero el trabajo de Martin Rowson me ha parecido sobresaliente desde el punto de vista de fluidez narrativa, chispa de gag y originalidad compositiva: su libérrima audacia a la hora de hacer con palabras e imágenes lo que al autor le ha dado la real gana -característica omnipresente que para mí lo emparenta por ejemplo con el mejor Cerebus- le otorga muchas papeletas para convertirse en el cómic del año en lo que a mis preferencias se refiere. No obstante tampoco me extrañaría que no encontrase entre los lectores habituales del género un eco reseñable: ¿será más un cómic de librería generalista que de especializada? Mal harían los comiqueros si lo dejasen pasar inadvertidamente porque se trata de uno de esos grandes libros que salen cada mucho tiempo. Con la ventaja adicional de que al contenido en esta ocasión le hace justicia el continente: una edición inmejorable en tapa dura, lomo de tela, un buen papel, impresión impecable, texto soberbio en la versión española, rotulación antológica y cinta marcapáginas. En ese aspecto el no va más.


    A pesar de que la obra original en la que se basa el título data de hace muchísimos años, Tristram Shandy logra presentar una parodia ácida y brillante del hombre moderno. Son sus metas paradigmáticas escalar al más alto estatus social, dar con la fórmula que catapulte al linaje propio, alcanzar el conocimiento filosófico que depare el éxito vital. En un carrusel disparatado, denso, impredecible y zigzagueante el protagonista y narrador de la obra divaga lo innombrable sobre su origen para acabar pintando -el grado de intención es discutible- un retrato de una sociedad -europea, se quiera o no- cuyos tics quizás no hayan cambiado tanto a pesar de los siglos transcurridos. Así, este “Tristram Shandy”, como es habitual en los clásicos, no sólo se lee como un reflejo del mundo al que su génesis nos remonta sino como una proyección de todo cuanto logra caricaturizar con lucidez del presente.


    Gráficamente Rowson se apropia de la estética del grabado, no rehuye lo grotesco, lo escatológico ni lo carnal, y llega a lograr que se den la mano un feísmo propio del submundo del fanzine con el humor más masivo del cartoon político de diario anglosajón. ¿Argumentalmente? No hay tal argumento en el sentido convencional sino un delirio peripatético de secretillos familiares, cláusulas matrimoniales, fijaciones militaristas, complejos físicos, opiniones sobre el parto perfecto o la intachable onomástica, todo ello sazonado con guiños aquí y allá tanto a la cultura clásica como a la  contemporánea (Krazy Kat, Salman Rushdie, la xilografía, el metalenguaje de la historieta, … todo cabe).


    En última instancia es un divagar caótico por la existencia, porque en cierta manera es la existencia entera la que la novela gráfica aborda. Lo que viene a ser como un truco de prestidigitador por el cual aparentemente el Big Bang se mete dentro de un simple y burlón globo de feria. Un envoltorio irrelevante encerrando humor de calado: el que consiste en reírnos, sin complejos ni cortapisas, de nosotros mismos.

Fonte